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Nukekubi -抜け首orぬけくび-

(Extracto - revista El Mundo Sobrenatural nº5 mayo/2016 - Ver ON LINE - Descárgatela )

Criaturas de la tradición nipona que a la luz del sol se camuflan en la sociedad, pues su aspecto físico no es distinto al del resto de la población. Pero cuando la penumbra clausura los cielos, los Nukekubi se transforman en seres desmembrados: la testa se separa del tronco, siguiéndole bien de cerca. Sedientos de sangre humana y de su energia vital, estos vampiros están dotados de unos afilados colmillos que al penetrar reiteradamente –como voraz taladradora– en la carne de sus víctimas provocan su chillido desgarrador.


Sobreviven en grupos, pese a que durante el día pasan desapercibidos como familias normales en las villas o ciudades escogidas para proveerse de sus presas. Si bien, una marca entorno al cuello, precisamente donde se localiza el nexo entre el tronco y la cabeza, es lo que les haces distinguibles. Y de ese modo, es posible encontrarlos, atraparlos y acabar con ellos antes de su metamorfosis nocturna. Pero tal tarea no será nada fácil, pues no acostumbran a dejar visible la señal, siempre cubierta con algún tipo de indumentaria o colgante. Por otro lado, en el acto de caza, cuando la cabeza del chupasangre oriental apresa a su víctima, su cuerpo –Separado, recuerda– se mantiene estático, convirtiéndose en la situación idónea para abatirle –Claro está, si algún osado cazavampiros se atreve–.


Una legendaria leyenda japonesa cuenta que un valeroso samuray de nombre Minamoto no Raiko combatió a una de esas bestias. Pero antes de explicaros esa hitoria... ¿quiénes eran los samuray?

El término se puede traducir como <<servidores>>, siendo una facción militar de guerreros feudales del viejo Japón que dominó el territorio durante varios siglos.


Originariamente conformaron la Guardia Imperial –Siglo X– . Pese a no ser sus armas de combate más habituales en el campo de batalla, a los samuray se les reconoce en el imaginario popular por su espada o katana, que consideraban una prolongación de su propio cuerpo y alma, más una particular daga, el wakisashi, que además de ser parte del arsenal personal, era la pieza utilizada en caso del cerimonial acto del harakiri. El apogeo de estos audaces guerreros ocupó las postrimerías del siglo XII, cuando el emperador nipón terminó siendo prácticamente un vasayo del shogun, el más Alto Mando de los Samuray. (...)



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