La Mussara
(Extracto - revista El Mundo Sobrenatural nº2 feb/2016)
Junto al embalse de las ranas –apelativo con el que además se conocía a los habitantes de la población– el esqueleto de una iglesia precede a las pocas más de ocho ruinosas casas que conforman este pueblo, abandonado desde finales de los años sesenta del pasado siglo y localizado en el término municipal de Vilaplana –Tarragona-. Un brote de filoxera que se habría multiplicado con velocidad, exterminando los viñedos de la zona podría haber sido la causa del despoblamiento prematuro, pese a que el cultivo de viñas tampoco fuera el recurso agrícola por el que se caracterizara el territorio. Sin embargo, lo que parece evidente es que la distancia de los núcleos urbanos y las escasas posibilidades que ofrecía lugar para las nuevas generaciones habría resultado motivo más que suficiente para ocasionar el éxodo.
En tiempo de las guerras carlistas –siglo XVIII– guerreó una atroz militar que además de terrible fama le precedía una inaudita habilidad para la batalla; su nombre era Isidro Pàmies i Borràs, y su apodo, Cercòs. Tras fallecer en combate, los soldados de su guarnición le dieron sepultura en el cementerio de la Mussara. El otro bando, el de los liberales, de algún modo supo del paradero del militar carlista, y no teniendo suficiente con las luctuosas noticias que les habían llegado optó por enviar un batallón, para así asegurarse del acontecimiento y además, llevar a cabo un acto, cuando menos extraño, en señal de venganza: fusilar a Cercòs muerto.
nos dirigimos a la parte posterior del edificio religioso –o más bien, la estructura que venciendo el tiempo todavía lograba sostenerse sobre los cimientos–. Cada una de las piedras y rocas quebradas que sembraban el entorno del lugar me evocaban a otro de las curiosas leyendas que la tradición oral vinculaba con el lugar; la Piedra de La Villa del Seis. La legendaria historia cuenta que la presencia de una roca de la que nadie conoce su ubicación, pero que al pisarla, tanto adrede como por error, se traspasaría a una dimensión paralela –posiblemente un lugar terrible de tintes corintios y reinado por el mismísimo Diablo, y del que es mejor no formar parte–. Pensemos que el número 6, repetido tres veces es el nombre de la bestia, opuesta a Dios y a sus creyentes, a raíz del concepto que aparece en el libro del Apocalipsis –Nuevo Testamento– (...)